Previo a Iguaque

Viernes 29 de octubre de 2010

Buenos días a todos

Una de mis más mordaces críticas es mi esposa, le pregunté cómo le había parecido mi primera entrega del blog y me dijo algo por el estilo de: salvo el título del blog, lo demás me pareció muy poco inspirado, del título hablaré luego, de momento tengo un viaje que se vuelve prioritario.

Y es cierto, como lo dije antes no estoy en medio de una de mis mejores vetas, se entra en una etapa absurda de la vida, cuando uno anda ocupado trabajando se llena de proyectos que algún día hará cuando tenga tiempo: estudiar inglés, investigar sobre cierto tema que nos apasiona, verse ciertas películas en DVD que tiene en capilla (en lista de espera), realizar ejercicio, organizar papeles y cosas de la casa, y cuando por obra y gracia del desempleo, se tiene de repente todo ese tiempo, resulta que ya no se tiene el espíritu que ello requiere, se tiene el tiempo pero falta la motivación interna que lo lleve a uno a emprender dichos proyectos.

Y he estado reflexionando mucho en estos días, en errores pasados, en actitudes en tiempos, actividades, sueños y demás, he comprobado la realidad de varias amas de casas y no puedo evitar recordar a Julián Rodríguez, un cantautor sevillano amigo de la familia, tiene un número que gozamos mucho, él le llama simplemente “Las tías”, e inicia diciendo que sus tías le llaman al oficio diario “El destino”, por qué cuando él las visita a la casa, siempre se las encuentra apoyadas de una escoba o trapero, y a la pregunta “Que hubo tía, ¿Qué cuenta?”, ellas irreductiblemente contestan: “aquí atadas a este destino que no tiene orilla” (mientras señalan con los ojos el trapero).

Y es cierto, labor ingrata ese destino de las labores domésticas, siempre aparece más y más mugre, entre más ordenado quede todo, más fácil se desordenará y ante el menor esfuerzo.

En este primer mes desempleado no tengo un resumen muy amplio de logros, organicé mi archivo histórico de datos, hice algunas labores pendientes en la casa (hice una lista y está casi terminada), he buscado trabajo por Internet pero estoy empezando a sospechar que no me han llamado por la dirección de mi hogar (San Alberto – Cesar), de las tres posibilidades cerca a casa no he tenido noticias (ni buenas ni malas), aunque desde el principio se sabía que eran cuestión de meses, hace apenas 2 semanas retomé en forma el ejercicio, pero no he logrado bajar gran cosa (tengo la teoría mágica de qué así como con el dinero, estoy intentando retener y no gastar y por eso no adelgazo), así que por fin esta noche emprenderé viaje, e iré en busca de mis demonios, iré en busca de mi alma.

Hoy viajamos a Facatativa, pasaré el puente en casa de los suegros y el martes iré a Bogotá, tengo una lista relativamente corta de actividades pendientes en la ciudad (entre ellas ir al fondo de cesantías, sólo por poner un ejemplo), el miércoles y jueves emprenderé mi viaje mítico, iré nuevamente al origen, volveré a “Iguaque”. Luego regresaré a Bogotá en donde haré un corto periplo en busca de empleo, escucho ofertas.

¿Qué es Iguaque?, una laguna sagrada de los Muiscas, que ya posee igualmente un carácter sagrado para mí. Cuando estábamos en el colegio entre otras mentiras me contaron de un mito sagrado de los Muiscas, su versión de Adán y Eva, Xue y Chía, Madre y Niño que emergieron de una laguna sagrada para poblar al mundo, en la versión de mi libro escolar la laguna era Guatavita, pero muchos años después en 1992 terminé en una excursión de puente festivo yendo a Iguaque, que según supe entonces era realmente la laguna sagrada del mito, y cuya entrada al santuario de flora y fauna (una especie de pequeño parque natural) está en la mitad de la carretera destapada que conduce de Villa de Leiva a Arcabuco, en aquella ocasión, cometí el “error” de devolverme el Domingo para Bogotá a una campeonato de Karate en el que salí derrotado por una diarrea mórbida que nos dio a gran parte del grupo viajero (algo comimos que no estaba muy bien conservado) y nunca llegué a la laguna, de mi devuelta tengo una anécdota mágica, llevaba una linterna en medio de la oscuridad más absoluta de una noche de luna nueva con el cielo encapotado (pues tocaba devolverse desde el camping a las 4:00 a.m. para tomar el bus de las 5:30 a.m. a Villa de Leyva) y la linterna se descompuso, por tanto tuve que empezar a caminar tanteando el terreno completamente a ciegas tras unos 20 minutos en los que logré avanzar unos pocos metros (pues iba realmente despacio), caí en cuenta de un hecho simple, nunca llegaría a tiempo al bus (faltaban más de 3 kilómetros de camino y quedaban  menos de 30 minutos), de un momento a otro una idea bastante loca asaltó mi racionalidad habitual, me sentía en capacidad de hacer la marcha de poder de la que habla Carlos Castaneda en sus libros, consiste en un estado de iluminación espiritual que se consigue entre otras cosas empezando a correr enérgicamente con las rodillas levantadas, primero se llega a ese estado espiritual y físico corriendo estático sin desplazarse y luego sí se emprende camino sin poder “ver” el rumbo, confiando en que tu alma te llevará con bien al destino deseado, uno debe “visualizar” en forma previa para donde va, y al final de la marcha se supone que uno debe llegar.

Así fue, 20 minutos después iniciaba el amanecer civil, las primeras briznas de claridad me mostraban los últimos metros de camino, al fondo por la carretera en donde se vislumbraban las luces del bus en movimiento, me subí al bus bañado en sudor, con el tiempo justo para devolverme a mi campeonato de Karate de ese domingo en la tarde, en el cual como ya conté, tendría una pálida o mejor dicho, diarreica actuación.

Entre las personas que viajaron en esa primera ocasión y que subieron hasta la laguna ese domingo en que me devolví (sin subir hasta la laguna), noté una polaridad total en los comentarios, unos estaban encantados con el sitio, otros estaban totalmente decepcionados, “semejante travesía tan harta para llegar a ese charquito de agua”, un año después fui por mi cuenta pues decidí tener mi propia opinión y descubrí que en el trayecto, tanto en el de ida (casi desde el mismo momento en que salgo de mi casa a tomar el bus a Villa de Leyva), como en el de vuelta, me invadía una increíble claridad mental y espiritual. Todo ello me permitió abordar nuevas perspectivas y tomar importantes decisiones acerca de quién quería ser yo, y qué tipo de alternativas tenía ante mí.

A partir de ahí el sitio se tornó en referente de cambios en mi vida, he intentado ir cada cierto tiempo, la última vez fui con Andrea y no pudimos subir, pues el centro de hospedaje estaba cerrado y no llevamos para hacer camping (son las 2 opciones), la penúltima vez fui con mi primo Nelson, quién en estos días cumplió años recién casado, dobles felicitaciones para él, y antes de aceptar venir a San Alberto quise ir, y no pude, no se dieron las cosas todo fue muy rápido y siento que estoy en deuda conmigo mismo, pues emprender esa peregrinación me genera una mezcla de cansancio físico y ganancia espiritual, que no logro de otra forma, a pesar de que en ninguna de las 8 veces precedentes me he dejado de preguntar en alguna parte del ascenso a los 4000 metros sobre el nivel del mar (se camina desde los 1700 m.s.n.m en que te deja el bus), que putas estoy haciendo allí, a mí quién me mando etc. aunque al final vuelvo a encontrar la respuesta en mi interior.

Las últimas veces subo con un morral vacío y lo voy llenando con toda la basura (paquetes de chitos, vasos de yogurt, etc.) que mis predecesores dejan en el camino, aunque realmente no es mucha la basura que recolecto (eso habla relativamente bien de sus caminantes), arriba sólo hay un páramo lleno de frailejones, silencios y paisajes increíbles para el que tenga la sensibilidad de percibirlo, un acto mágico de movimiento de nubes que siempre ocurre para mi y una roca en la que me siento a meditar unos minutos mientras el escenario se despliega, arriba en el páramo existe un sistema de 7 lagunas de inusitada profundidad y pureza extrema (Iguaque es la primera) ubicadas en una “montaña” que se alza en un punto intermedio entre la cordillera oriental y la central, es la causante de que alrededor de Villa de Leyva la zona sea semidesértica, pues sus páramos atajan el agua que viene en camino, es a la vez la fábrica de agua que abastece y la causante del desierto de sus alrededores, para los Muiscas era el origen del universo, para mí simplemente es el lugar en el que mi dial mental puede sintonizar a Dios, por eso tengo la urgente necesidad de ir un par de días, tengo una charla pendiente con mi querido y literalmente divino amigo, aunque de su capacidad de sarcasmo y finas acotaciones hablaré luego cuando les cuente como me fue en este viaje.

Comentarios

  1. Todos los días se aprende algo. He recibido de vos la iluminación, ya no muero sin saber que la cordillera occidental ahora pasa por Boyacá. Muy lindo el rosado... :D

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  2. Gracias amigo puma, efectivamente se me fue este errorcillo (producto de vivir tantos años en Cali en las estribaciones de la coordillera occidental), ya quedó corregido.

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