Historia de Navidad – La Bella y la Nota



BELLA

Bella era una niña curiosa de 10 años, muy despierta y llena de vitalidad, la navidad era su época favorita del año, tenía en sí misma toda la magia de la Navidad en su alma, vivía aún en los tiempos en que se guardan muchas ilusiones… se fue caminando aquella cálida tarde a la casa de su tía, quién vivía 20 calles más arriba y 3 estratos más alto que su mami, con la clara intención de ver sí el niño dios le había dejado algo en casa de su tía.
Con suertes económicas dispares, la tía aristócrata de Bella no disimulaba en lo más mínimo su animadversión por el esposo de su hermana y padre de Bella. Era habitual que aprovechara cualquier pequeña oportunidad para demostrarlo, al final de la tarde de aquel 24 de diciembre mandó a empacar una cena completa de navidad (hecha aquella misma tarde por la servidumbre que saldría al atardecer a celebrar con los suyos) para que la sobrina llevara algo suculento a su casa, iba una sola cena, con la clara intención de qué no le dieran de esa comida a su cuñado (el padre de Bella).
Bella en su inocencia marchó feliz con su cena navideña para la casa, luego de llegar a casa, una inoportuna e inamistosa llamada de su tía a su mami les recordaría que iba una única (aunque abundante) cena en el paquete, Así que su Mami, ordenó a la niña devolver el regalo navideño de la tía y regalarle esa comida a algún mendigo en la calle, porqué ella no necesitaba ninguna limosna de su hermana.
La niña salió a la calle con el corazón destrozado, con el regalo de su tía aún empacado y la ahora inútil caja conteniendo la suculenta cena navideña tenía un destino incierto.
 
JAVIER

Javier era un muchacho inquieto de 16 años, recién graduado de bachiller y en medio de una profunda depresión se había escapado horas antes de casa de su madre, recién divorciada, estaba pagando con una profunda penuria económica el haberse liberado de un esposo celoso, maltratador y manipulador, esa nochebuena no sólo no habrían regalos, tampoco habría comida y estaban pasando física hambre él y su mamá… Javier estaba maquinando un plan en su mente, una venganza, llevaba lista en un bolsillo de su pantalón una carta de suicidio en la que responsabilizaba a su padre por todas sus desgracias, su hambre y su falta de fe.
Javier caminaba cabizbajo urdiendo como lograría un mayor impacto ante su padre en el acto de suicidio que iba completamente resuelto a cometer, cuando una niña sin razón aparente lo interrumpió de sus propias elucubraciones, lo tomó de la mano y mirándolo profundamente directo a los ojos, le entregó dos paquetes: un regalo bellamente empacado y una abundante cena navideña igualmente muy bien empacada.
 
EL DR. LÓPEZ

Pasarían más de 30 años desde aquella navidad, El Dr. López quién obtuviera en su momento una beca para estudiar medicina en una prestigiosa universidad de Estados Unidos, casado en Estados Unidos y recientemente divorciado, era uno de los más prestigiosos cirujanos cardiovasculares pediátricos qué existía, a mediados de año, cansado del modo de vida americano había decidido regresar al país a retribuir un poco a la vida por lo afortunado que había sido, al menos en el plano económico.
Casado con una mujer muy dura, con quién nunca tuvo hijos y por quién había dejado de celebrar la navidad hace ya algunos años, recién divorciado y de vuelta en su país, no había visto la necesidad de arreglar su lujoso apartamento con motivos navideños, así que aquella mañana del 24 de diciembre antes de salir a su trabajo en la  Clínica Cardio Infantil su madre madrugaría a dejarle unas viejas cajas con los adornos navideños de su infancia, con la esperanza de que le dejara armar el pesebre  y poner algunas cosas para que no llegara la navidad sin ningún adorno en la casa de su hijo.
Su respuesta negativa no sorprendió a su madre, El Dr. López tomó las cajas y las guardó en un pequeño armario que estaba desocupado tal como el resto del apartamento. Su madre no obstante le recordó que la magia de la navidad debería seguir presente en sus vidas, dejó a su madre con la palabra en la boca: “aún recuerdo aquella bella muñeca qué me regalaste…” él le sonrió, casi con condescendencia y bajó presuroso al parqueadero a tomar su lujoso automóvil para hacer el corto recorrido hasta su trabajo.
El día era perfecto, un típico día soleado de navidad en Bogotá, con un tráfico calmadísimo (al menos a esa temprana hora, ya vendrían los trancones de la noche de aquellos que dejan las compras navideñas para última hora), entonces… ¿Por qué sentía esa sensación de zozobra en su alma?, las palabras de su madre lo trasladaron a otra navidad, recordó entonces una nota de suicidio y como en aquel entonces la había guardado oculta en el portal del pesebre… ¿Y sí su madre la había visto?, le entró la inquietud, era algo muy incomodo y triste, así que esa tarde cuando llegará del trabajo la destruiría definitivamente.
 
EL CORAZONCITO TRISTE

Los médicos se ven obligados a mantener una distancia necesaria con el drama personal que viven sus pacientes, aún más especialmente cuando tú especialidad son los corazones de los más chiquitos, así que cuando la desesperada madre intentó seguir para hablar con el Dr. López, su asistente muy diligente la frenó en seco y el Dr. López sólo fue levemente incomodado por el llanto ahogado de una madre desesperada.
Minutos después, Anita la señora de los tintos llegaría con el café expresso especialmente preparado para él, pero en vez de la acostumbrada eterna sonrisa de Anita, la encontró descompuesta en un sollozo silencioso, que suele ser aún más notorio, no pudo evitar preguntar el motivo y Doña Anita le dijo que la situación de la señora que acaba de salir era realmente dramática, su hijo tenía una leve esperanza de vida si se realizaba la cirugía ese mismo día, pero el copago de la cirugía ascendía a varios millones que la afligida mamá no había logrado reunir.
El Dr. López recordó el caso, igual las posibilidades del pequeño eran muy escasas, por eso la junta económica no había querido colaborar con alguno de los escasos fondos de caridad disponibles, acostumbraban a reservarlos para chicos con mejores expectativas de vida.
La tristeza de doña Anita resultó contagiosa, porqué en las siguientes dos horas el Dr. Javier no logró tener paz consigo mismo hasta que llamó a su asistente y le dio una extraña orden que a ella, conociéndolo tanto, no dejó de sorprenderla totalmente.
 
LA CIRUGÍA

Luego de firmados unos papeles y autorizada una fuerte transferencia económica de una de sus cuentas particulares, el Dr. López tomó los papeles que había firmado sin leer y los guardó en el bolsillo de su chaqueta, tomó camino al quirófano y la que sería su tarde libre de navidad se convertiría en una extensa y dura cirugía.
Todos en el quirófano a pesar del enfado de tener que ocupar su tarde de navidad por un capricho del Dr. López, no dejaron de comentar la increíble destreza del Doctor y su capacidad de reinventarse creando de la nada un técnica nueva para la afección del niño, estaban todos entusiasmados por lo que todos pudieron ver era claramente una ocasión histórica.
Los premios que siguieron al hito quirúrgico, hicieron que muchos comentaran la increíble visión del Doctor López y su capacidad para reconocer una oportunidad única poniendo una considerable cantidad de dinero de sus propios recursos para poder realizarla, pero este no es final de esta historia, está historia tiene un final en la misma noche de navidad, cuando cansado de varias horas de extenuante operación, se empeñó en poner los adornos navideños que su madre había dejado esa mañana.
LA NOTA

Cuando el Dr. López abrió la caja de adornos, pudo comprobar que el portal seguía intacto y a juzgar por la forma en que se desbarató la base del portal del pesebre, su mamá no había podido ver la nota de suicidio tan hábilmente guardada por tantos años, la tomó entre sus dedos con ansiedad, empezó a desenrollarla e inmediatamente su mente lo devolvió en el tiempo, cuando tenía tan sólo 16 años y él, sólo era conocido por su nombre: “Javier” y deambulaba por la calle con una nota de suicidio en el bolsillo.
Luego de su encuentro con aquel extraño Ángel con forma de niña de tan sólo 10 años, había corrido a su casa y sin saber que efecto tendría, le había regalado el paquete a su mamá, tuvo mucha suerte, resultó contener una bella muñeca que la había conmovido hasta las lagrimas… aún hoy en día, la muñeca ocupaba un sitio muy especial en casa de su mami. Luego de ello, La suculenta cena había calmado los ánimos, al otro día el buen humor y la solidaridad de los vecinos habría empezado a cambiar el rumbo del destino, sin duda había sido una navidad inolvidable.
En señal de agradecimiento y luego de no pocas pesquisas, Javier había finalmente averiguado el nombre y algunos datos adicionales como la fecha de nacimiento de la niña. En su momento había hecho el juramento de corazón, qué algún día, no sabía como, devolvería el favor. Como una especie de rara contradicción, o tal vez para no olvidar la importancia de lo ocurrido, había escrito su nombre completo y los otros datos al final de la nota de suicidio, Nota que al finalizar la época de fiestas navideñas había ocultado muy bien en la base del portal del pesebre, esperando guardar el nombre para la posteridad y esperar un mejor momento para ver sí podía hacer algo por su Ángel.
Ahora en el presente, mientras abría la nota había decidido contratar un detective en los días siguientes para averiguar donde estaba ahora aquella niña, memorizó el nombre de la chiquilla de aquel entonces, qué hoy en día tendría más de 40 años.
 
NAVIDAD

Terminó de arreglar algunos de los adornos navideños, llamó a su madre y aceptó su invitación a cenar, le contó que había decidido arreglar un poco el apartamento con los adornos y la invitó a la mañana siguiente a desayunar y a terminar la labor.
Luego de una velada maravillosa con el resto de la familia, en la qué se sintió vivo de nuevo, llegó bastante cansado a su casa, se quitó la chaqueta y como era su costumbre desocupó los bolsillos, se encontró los papeles firmados de la cirugía de ese día en la tarde, de repente sus ojos se abrieron como lunas llenas, ¡No era posible!, tuvo que ir corriendo a mirar la antigua nota de suicidio, no salía de su sorpresa, pero sí, todos los datos coincidieron perfectamente… Bella, la niña de aquella lejana navidad, era ahora la madre del niño que había operado y salvado aquella tarde de navidad.

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