Golpes del Destino, Parte I


Respecto de la violencia de género (que la mayoría de la gente generaliza como un hombre pegando a una mujer, la vida es mucho más creativa e ingeniosa que esta simple y recurrente combinación) El Bolillo puso el tema de moda, como dirían ciertos rolos amigos míos, ¡dio papaya!, y rematarían cualquier comentario al respecto con un: “¡Pobre huevón!”, es cierto estamos en un país machista y el tema es importante, a priori aclaro: hay que defender al género femenino, estoy plenamente de acuerdo con ello, según las primeras informaciones de prensa el Bolillo en la zona externa de un bar (parece que el parqueadero), y en avanzado estado de alicoramiento (tiene una bella panza cervecera como testigo de lo que podría ser un hecho recurrente en su vida rutinaria), le dio cuatro puñetazos a una mujer quién al parecer era su amante. Ese punto me resulta particularmente verosímil: Sí una aficionada le decía algunas palabras fuertes no creo que lograra llevarlo a ese grado de descontrol, había una emoción fuerte involucrada. De momento le costó el puesto, aunque los “señores” de la federación le están dando largas al tema para ver sí un eventual título mundial de la selección juvenil les provee de una bonita cortina de humo (en este caso humo de colores) para retractarse de su renuncia. También al parecer el tema de la amante le está costando también el matrimonio… “¡Pobre huevón!.
Varios puntos a tratar, el tema de que sean cuatro puñetazos me recuerda el chiste del tipo que con una muy convincente exposición, cargada de fuerza narrativa, prácticamente demuestra en un juicio penal que su esposa estaba cocinando, resbaló y lamentablemente se había enterrado accidentalmente el cuchillo grande de la cocina… a lo que el juez, algo escéptico, le revira: “¿y así 17 veces?”. Listo, sí el bolillo nos quiere hacer creer que fue un momento de descontrol, podría convencernos, ¿pero cuatro veces?, a partir del segundo puñetazo nos demuestra a todos que su calidad ética es muy baja y que no se merece otro calificativo que el ya expuesto: … “¡Pobre huevón!.
El Bolillo podría ser un gran profesional (qué nunca me lo ha parecido), pero ese detalle de su vida privada llevada al ámbito público desdice mucho de él (y a él le guste o no, le toca asumir el rol de una figura pública, desde que se encuentre en el puesto de seleccionador nacional de un país que tiene al menos unos 10 millones de seleccionadores nacionales).
En fin, la idea no era hacer leña del árbol caído del bolillo (o hacer una dotación de bolillitos para policías bachilleres) aunque de momento lo parezca, ese no es el punto. Quiero escribir este artículo de opinión en defensa de los hombres (como género masculino) oprimidos del mundo (de este grupo sacaré a machos y demás seres execrables como el bolillo), ese sesgo cultural de que a las mujeres no se les toca ni con el pétalo de una rosa, también me parece un extremo discutible y permítanme decirlo: una idea machista que atenta contra la igualdad de género.
Partiré del hecho de que nadie, hombre o mujer, tiene derecho a iniciar una confrontación física y sí la inicia que se atenga a las consecuencias, no diré nombres, pero confesaré algo a continuación: alguna vez y bajo circunstancias muy fuertes, algunas de las cuales resumiré a continuación, yo le he pegado a una mujer.
(Silencio incomodo)
Así que haré una exorcismo personal de los incidentes qué he tenido a lo largo de los últimos 20 años (no sé si el bolillo podría hacer lo mismo), en qué algún grado de respuesta física he ejercido sobre mujeres que en su momento iniciaron una confrontación física conmigo, posiblemente pensando: a nosotras las mujeres, los hombres no nos pueden responder, pero conmigo: tacaron burro (con una de ellas en el más estricto y literal de los sentidos como verán a continuación) y no sin antes manifestar que ojalá nunca más me toque vivir dicho tipo de experiencias.
Primer round: Tenía más de 20 años y ya llevaba más de 3 practicando Karate Do, tenía las manos ocupadas con una caja relativamente pesada y en mitad de una muy fuerte discusión, una mujer cuyo nombre ni circunstancias quiero recordar, se vino con un palo poco más grueso que un bate de beisbol, inició el movimiento para batear mi cabeza al infinito y más allá, la información no pasó por mi cerebro, fui testigo del hecho, una patada a la boca del estomago le hizo soltar el improvisado bate antes de que este llegara a su destino: mi cabeza. Luego de ello hubo una pausa infinita y al final no sin muchos dramas, gritos, recriminaciones mutuas y demás, se arreglaron las cargas y ambos reconocimos partes de nuestro error, aún hoy en día considero que fue legítima defensa.
Segundo round: Aunque debo confesar que al menos unas 5 veces en mitad de una discusión de pareja me han pegado físicamente; una de ellas, un puño que me hizo dar una voltereta tipo “Chómpiras”, (ese puño y una patada de karate en 10 años de práctica, son los dos únicos golpes, que por su extraordinaria velocidad nunca vi venir). Pero también hay días en que ante el intento de violencia física por parte de la mujer, yo dije no más, en 2 de esas veces una llave de Judo, junto con una inmovilización coactiva fue estrictamente necesaria, aunque podría ser catalogada de violenta, estoy de acuerdo con Napoleón y siempre que he podido (como ya dije, a veces no he tenido éxito en ello) he salido corriendo, Napoleón lo dijo con más fuerza narrativa: “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”.
tercer round: Un día estaba paseando a mis perritos y un labrador chocolate, famoso en la cuadra por haber “cascado” a varios perros chiquitos (como los 2 míos) atacó a Ally, el asunto fue muy rápido y lo aparté de una patada, eran las 7 am de un sábado inicio de puente (con lunes festivo), el pasto estaba mojado y resbalé en la acción pero logré quitar de encima de Ally al perro en cuestión, lo siguiente que vi fue a la dueña, una señora con corte de cabello militar (el mismo que usan los cadetes… ¡hombres!), venir hacía mi tirando puños al aire (la imagen me causa risa cuando la recuerdo, es casi irreal), la recibí con la mano abierta sobre su cara (mientras con la otra bloqueaba los puños que tiraba) y la aparté de un empujón, su perro lejos de ayudarla salió a perderse, ambos llamamos inmediatamente a la policía y luego del careo respectivo, el policía le dijo a ella qué él creía en mi versión porqué ella tenía dibujada mi mano en su cara (con dedos y todo), en una actitud que el interpretaba como defensiva, qué si yo la hubiera atacado como ella aseveraba, le habría puesto un puño y no la mano abierta, pero que no obstante sí ella quería poner una denuncia que fuera inmediatamente a medicina legal y esperara hasta el martes a que la atendieran… obviamente no lo hizo, ella tuvo varios incidentes similares con varios vecinos y meses después dejo de ser vecina nuestra.
cuarto round: En la reflexión de lo ocurrido al bolillo, recordé que hace relativamente poco (un par de años) me iba a bajar de una buseta, una señora regordeta estaba tomada de las dos barandas verticales de la puerta trasera de salida, yo timbré para bajarme, la buseta se detuvo y le pedí muy cortésmente permiso a la señora, de pronto era sorda: no se movió un centímetro, le toqué gentilmente el hombro y volví a solicitar permiso, noté como tensaba los músculos del brazo en señal de no moverse, así que me agaché y pasé por el espacio que dejó disponible, al reincorporarme para bajarme, sentí como me patearon en la espalda, mi cabeza se dio con el borde superior de la puerta trasera y en ese momento volví a ser testigo de mi lado siniestro, una patada hacia atrás (tipo mula) proyectó a la señora contra los puestos del lado izquierdo del bus, me bajé corriendo y tomé a toda velocidad un puente peatonal (que era mi destino original), alcancé a oír unos gritos pero la buseta cerró la puerta y arrancó, afortunadamente no soy una figura pública, porqué cualquier explicación posterior de los hechos sería muy complicada, como dato curioso diré que me quedó el tacón de la señora dibujado en mi chaqueta.
Para finalizar, prometo solemnemente seguir con mi conducta actual: nunca empezaré una confrontación física contra otro ser humano (hombre o mujer, nunca se gana nada con ello), y sí otra persona (hombre o mujer de nuevo), intenta atentar contra mi integridad física o la de cualquiera que yo tenga en mi rango de protección: madre, padre, amigo(a), hijo, sobrino, perro, etc…¡Que se atenga a las consecuencias!. 
En estos días aprendí un dicho mexicano que viene como anillo al dedo a toda esta situación expuesta, en una parte de la conversación en que nosotros en Colombia, decimos: “según (sea) la cara del marrano”, ellos son mucho más pragmáticos y dicen: “Entre más grande el sapo, así mismo es la pedrada”.
P.D. Es paradójico, pero la única vez que he tenido una confrontación física con un hombre, ni siquiera era hombre, era un menor de edad. Hace 2 años un habitante de la calle de unos 14 años, acompañado de otros 6 compa-ñeritos me sacó una navaja e intentó chuzarme por la espalda, apenas sentí el chuzo en mi espalda intentando entrar, giré bruscamente con una violenta patada circular ascendente a la boca del estomago, que lo elevó del suelo unos 30 centímetros y mandó a volar la navaja unos cuantos metros, una vez más fui espectador de los hechos, instantes después pensé que me tocaría enfrentar a sus amiguitos, no obstante la burla de ellos hacía el recién pateado distensionó el ambiente, el chico adoptó una posición fetal en el suelo mientras intentaba retomar la respiración y estaba visiblemente congestionado, mientras sus compañeritos parecían decirle al unísono: … “¡Pobre huevón!.
 
P.D.II: Es la primera (I) parte, en la segunda contaré de mis infructuosas y relativamente exitosas (al menos se ha parado la violencia física) intervenciones callejeras ante casos concretos (3 en total) en qué he visto a hombres golpeando a mujeres en la vía pública o púdica (presumiblemente a sus esposas, novias o amantes como en el caso del Bolillo).

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